¿QUÉ ES EL INFIERNO Y DÓNDE ESTÁ? Un
joven estudiante dispara contra sus compañeros de escuela, matando
a varios. Un hombre que ha sido despedido de su trabajo, resentido con
su ex jefe, descarga su arma contra él, hiriéndolo de
muerte. Una madre empuja su automóvil a un lago con sus dos niños
adentro, que mueren ahogados. Por
lo menos en dos continentes, miles de personas han sido víctimas
de la limpieza étnica. Siglos de enemistad entre dos o más
grupos étnicos los han llevado a la violencia en la que hombres,
mujeres, niños y aun bebés han sido golpeados, cortados
en pedazos, violados y muertos. Castigar
estos tremendos crímenes con la pena de muerte, aun para los
asesinos a sangre fría, es condenado por muchos. Grupos opuestos
a la pena capital protestan enérgicamente, llamándola
un inhumano "ritual pagano". Se preguntan si acaso estos asesinos
están más allá de toda redención posible. ¿Cuál
es la manera más humana de ejecutar a los criminales que han
sido condenados? ¿La silla eléctrica? ¿Una inyección
letal que no les produzca dolor? Algunos sostienen que la forma más
rápida de terminar con la vida es la horca. En
este debate sobre la pena de muerte, hay una opción que nadie
considera. Ninguno sugiere que los asesinos a sangre fría, que
cruelmente han tomado la vida de un semejante, deben pagar su crimen
con agonía física siendo torturados hasta morir, o quemados
lentamente en la hoguera. Pero
muchos cristianos sinceros suponen que nuestro Padre celestial hará
peor que eso. Los malvados, dicen, deben ser torturados a fin de pagar
por sus pecados. Y más aún, imaginan el lugar donde Dios
ejecuta su sentencia como un sitio de tormento sin fin donde la agonía
de los condenados dura para siempre. ¿Qué les ocurre a los impíos en el infierno? ¿Como armoniza su suerte final con el amor y la justicia de Dios? La Biblia tiene la respuesta. 1.
LA ANGUSTIA FINAL DE JESÚS Durante
más de 6,000 años Dios ha estado rogando a los seres humanos
que se vuelvan a él: "Vivo
yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del
impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que
viva". -- Hebreos 4:14-16. (A menos que se indique
algo diferente, los textos bíblicos en esta Guía de Estudio
son de la versión Reina-Valera revisada en 1960). La
cruz reveló el profundo interés de Dios de rescatar a
la humanidad caída. Cuando Jesús exclamó en la
cruz, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"
(S. Lucas 23:34), expuso al desnudo su corazón dolorido. Poco
después entregó su vida y murió con su corazón
quebrantado (S. Juan 19:30, 34). Pero
aun con esta poderosa demostración de amor divino, muchos no
acudirán a Jesús. Y mientras el pecado gobierne el mundo,
la miseria humana continuará multiplicándose. Por lo tanto,
la iniquidad debe ser destruida. ¿Cómo logrará
Dios ponerle fin al mal? "El
día del Señor vendrá... los cielos pasarán
con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos,
y LA TIERRA Y LAS OBRAS QUE EN ELLA HAY SERÁN QUEMADAS".
-- 2 S. Pedro 3:10. Dios debe finalmente purificar la tierra y ponerle fin a la maldad. Quienes persisten en aferrarse a ella serán finalmente destruidos por el fuego preparado para destruir al diablo, sus ángeles y el pecado del mundo. ¡Qué momentos de dolor para Jesús cuando vea que el fuego consume a aquellos que deseaba salvar y por quienes murió! 2.
¿DÓNDE Y CUÁNDO ARDERÁ EL INFIERNO? Contrariamente
a algunos conceptos populares, Dios no tiene ahora un fuego ardiendo
en algún lugar llamado "infierno", donde los pecadores
van al morir. El infierno surge cuando esta tierra es convertida en
un lago de fuego (2 S. Pedro 3:9-13). Dios espera para ejecutar su sentencia
hasta el día del juicio final, al fin de los 1.000 años
que siguen a la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 20:9-15). "Sabe
el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar
a los injustos para ser castigados en el día del juicio".
-- 2 S. Pedro 2:9. Él
también somete nuestro planeta al fuego purificador. "Los
cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la
misma palabra, guardados para el fuego en EL DÍA DEL JUICIO y
de la perdición de los hombres impíos". -- 2 S. Pedro
3:7. Dios
nunca planeó que alguien termine su vida en el fuego del infierno.
Pero cuando la gente se niega a separarse de Satanás y se aferra
a sus pecados, debe finalmente recibir las consecuencias de sus elecciones. "Entonces
dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno PREPARADO PARA EL DIABLO Y SUS ÁNGELES".
-- S. Mateo 25:41. De
acuerdo con Jesús, ¿cuándo arderá el infierno? "De
manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego,
así será EN EL FIN DE ESTE SIGLO (MUNDO). Enviará
el Hijo del Hombre a sus ÁNGELES, y RECOGERÁN de su reino
a TODOS LOS QUE SIRVEN DE TROPIEZO, Y A LOS QUE HACEN INIQUIDAD, Y LOS
ECHARÁN EN EL HORNO DE FUEGO; allí será el lloro
y el crujir de dientes". -- S. Mateo 13:40-42. La
cizaña, que representa a los impíos, no es quemada sino
hasta el fin del mundo. Antes de que se ejecute esa sentencia, el universo
entero debe tener la seguridad de que Dios ha sido justo en su trato
con todo ser humano. En el gran conflicto que se está librando
entre Cristo y Satanás, éste ha tratado de probar que
el camino del pecado es el mejor; pero Jesús ha demostrado que
el camino de la obediencia es la clave para una vida más plena. Al fin de los 1.000 años, esta demostración culminará con el juicio de Satanás, sus ángeles y los impíos. Después que los registros se hayan abierto para revelar la parte que cada persona ha jugado en este gran drama, Dios arrojará al lago de fuego a Satanás, la muerte y el dolor, junto con todo aquel cuyo nombre "no se halla inscrito en el libro de la vida" (Apocalipsis 20:14-15). De acuerdo con el siguiente versículo, Apocalipsis 21:1, después que Dios purifique la tierra de pecado mediante el fuego, creará "un cielo nuevo y una tierra nueva". 3.
¿CUÁNTO TIEMPO ARDERÁ EL INFIERNO? Muchos
creyentes suponen que el fuego del infierno durará para siempre,
resultando en un tormento eterno. Pero veamos algunos versículos
que describen el trato que Dios dará al pecado y a los pecadores. "Vendrá
(Jesús) para castigar a los que no reconocen a Dios ni hacen
caso al mensaje de salvación de nuestro Señor Jesús.
Estos SERÁN CASTIGADOS CON DESTRUCCIÓN ETERNA, y serán
arrojados lejos de la presencia del Señor y de su gloria y poder".
-- 2 Tesalonicenses 1:8-9, Versión Popular. Notemos
que "destrucción eterna" no es lo mismo que "tormento
eterno". Simplemente significa una destrucción que dura
para siempre. El efecto de la destrucción eterna es la muerte
eterna. De
acuerdo con Jesús, "el cuerpo y el alma" son destruidos
en el infierno (S. Mateo 20:28). En su Sermón del Monte, Jesús
habló de la puerta estrecha "que lleva a la vida",
y el camino espacioso "que lleva a perdición" (S. Mateo
7:13-14). Y en el versículo más conocido de la Biblia
-S. Juan 3:16-, explica que Dios "ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida
eterna". Dos destinos están contrastados: vida eterna y
perdición. Por lo que podemos llegar a la conclusión de
que el infierno acarrea la muerte de los impíos. De
éstos y otros pasajes de la Escritura sacamos la conclusión
de que el infierno acarrea la muerte de los impíos y que tiene
un fin. El Señor "destruye a los malvados" (Salmos
37:28, V. Popular); "Los impíos perecerán" (Salmos
37:20). "Serán cenizas" (Malaquías 4:3). "La
paga del pecado es muerte", no una vida eterna en el infierno de
fuego. El
propósito del castigo final, el lago de fuego, es limpiar este
mundo del pecado, no preservarlo para siempre. Es difícil imaginar
que el Cristo que lloró ante el destino de la rebelde Jerusalén
y que perdonó a quienes lo crucificaron, fuera capaz de pasar
la eternidad contemplando las agonías de los condenados. La
Biblia nos asegura que el infierno tiene un fin. Transcurridos 1.000
años, Dios envía fuego del cielo y elimina a Satanás,
el pecado y a los pecadores que han persistido en aferrarse a sus pecados
(Apocalipsis 20:7-10). Dios
promete que de ese fuego purificador él creará "una
nueva tierra", en la cual "de lo primero no habrá más
memoria " y "nunca más se oirán en ella voz
de lloro, ni voz de clamor" (Isaías 65:16:19). ¡Qué
día será ese! Entonces toda causa de dolor habrá
desaparecido. Dios sanará en todo corazón las heridas
del pecado y nuestra felicidad será completa. El
"castigo eterno preparado para el diablo y sus ángeles"
del que habla Jesús en S. Mateo 25:41 no es un fuego interminable,
sino una "perdición eterna". Es decir, un castigo con
consecuencias eternas. S. Judas 7 presenta a Sodoma y Gomorra como "puestas
por ejem-plo, sufriendo el castigo del fuego eterno". Obviamente
estas ciudades no están ardiendo todavía. Pero el fuego
FUE eterno en el sentido de que determinó una destrucción
permanente. El apóstol Pedro también indica que Dios las
redujo a cenizas; es decir, las llamas ardieron hasta que completaron
su obra (2 S. Pedro 2:6). Debido
a que el libro del Apocalipsis usa un lenguaje tan vívido y simbólico,
algunos de sus pasajes son mal entendidos. Por ejemplo, en el capítulo
14 y el versículo 11 dice de los perdidos que "el humo de
su tormento sube por los siglos de los siglos". Esto suena a sufrimiento
sin fin. Pero permitamos que la Escritura interprete a la Escritura
Éxodo 21:6 nos habla de un esclavo cuya oreja era horadada por
su amo en señal de servidumbre "para siempre". En este
caso "para siempre" sería tanto tiempo como durara
la vida del esclavo. Jonás, que pasó solamente tres días
y tres noches en el vientre de un pez (S. Mateo 12:40), informa que
quedó encerrado allí "para siempre" (Jonás
2:6). Sin duda que tres días en esa situación le parecieron
como estar dentro del pez para siempre. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos para comprender cómo y cuándo la Escritura usa un lenguaje simbólico o poético. El humo que asciende para siempre del lago de fuego es una manera vívida de expresar una destrucción eterna. Apocalipsis 21:8 nos dice claramente que el lago que arde con fuego y azufre es "la muerte segunda". El infierno tiene un fin. Los impíos son consumidos, destruidos. 5.
¿POR QUÉ TIENE QUE HABER UN INFIERNO? En
el principio Dios creó un mundo perfecto, pero entró el
pecado y trajo desastre, decadencia y muerte. El pecado no sólo
arruinó el mundo físico, sino también afectó
a sus habitantes. El pecado dañó nuestra relación
con Dios y con nuestros semejantes. En este mundo abundan el terrorismo,
el abuso infantil, la pornografía, y muchos otros cánceres
del alma. Dios debe destruir el pecado finalmente, porque el pecado
está destruyendo a la gente. El dilema de Dios es cómo
eliminar del mundo el virus mortal del pecado sin destruir a la gente
que está infectada por él. Su solución fue inyectar
el virus en su propio cuerpo al tomar sobre sí la culpa de nuestros
pecados; permitió que el cáncer del pecado lo destruyese
en la cruz. Como resultado: "Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y LIMPIAR-NOS DE TODA MALDAD". -- 1 S. Juan 1:9. Dios
ofrece a todos, gratuitamente, su solución al problema del pecado.
Pero lo triste es que algunos insisten en aferrarse a la enfermedad
del pecado y ser destruidos por ella. Dios no obliga a nadie a elegir
el camino que él ofrece para alcanzar la vida eterna. Los que
rechazan su solución, finalmente serán consumidos por
la enfermedad. La verdadera razón del infierno es: "Llamé,
y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis
lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada".
-- Isaías 65:12. Desligados de Jesús por su propia elección, los impíos descubrirán que la única alternativa es la muerte eterna. 6.
¿CUÁL SERÁ EL COSTO DE PERDERSE? Aunque
las Escrituras no enseñan que el fuego del infierno trae como
resultado un sufrimiento sin fin, nos dan una idea de cuán terrible
es la experiencia de perderse. Los impíos echarán de menos
la vida eterna. Con horror se darán cuenta que el gozo de vivir
para siempre con Dios se les ha escurrido entre las manos, y que nunca
más podrán experimentar la dicha de una relación
perfecta y amante, que podría haber perdurado para siempre. Cuando
Cristo pendía de la cruz, bajo el peso de los pecados del mundo
que lo separaban de su Padre, sintió la agonía de estar
eternamente perdido. Cuando los impíos miren el negro vacío
que les aguarda, sólo verán la destrucción eterna
ante ellos. Morirán sin esperanza de una segunda resurrección.
A la vez comprenderán cuán equivocados estaban al rechazar
repetidamente a Cristo cuando, amorosamente, se les acercaba mediante
su Espíritu. Entonces caerán sobre sus rodillas reconociendo
la justicia y el amor de Dios (Filipenses 2:10, 11). No
es de sorprenderse que los escritores bíblicos destaquen ante
nosotros la importancia de nuestras decisiones y los ruegos amorosos
de Cristo. "Os
exhortamos... a que no recibáis en vano la gracia del Señor.
Porque dice; En tiempo aceptable te he oído, y en día
de salvación te he socorrido. He aquí AHORA el tiempo
aceptable; he aquí AHORA el día de salvación".
-- 2 Corintios 6:1-2. Las alternativas frente a nosotros son claras: destrucción eterna -excluidos por siempre de la presencia de Dios-, o una amistad eterna con Cristo, que satisface nuestros anhelos más profundos. ¿Cuál elige para usted? ¿Por qué no descubre su destino con Cristo hoy?
Derechos reservados © 2002 The
Voice of Prophecy Radio Broadcast |
|